Entre el potrero y el bosque: la lucha por conservar al jaguar en Panamá
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Una beca en tiempos de guerra trae a biólogos ucranianos especializados en murciélagos a Panamá
por Olivia Milloway
Durante los dos últimos años, el personal del Centro de Rehabilitación de Murciélagos de Ucrania ha trabajado para salvar a los murciélagos de los peligros de la invasión rusa a gran escala. Ahora, se unen a los investigadores del Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales para estudiar el comportamiento de los murciélagos en Panamá.
Al caer la tarde en Isla Barro Colorado (BCI), Maryna Yerofeieva colocó su lampara alrededor del cuello, ató sus botas de combate y se adentró en el bosque. Siguiendo el sendero que descendía por un barranco, se unió a los investigadores que iban más delante, pisando con cuidado de bloque en bloque. Había recorrido medio mundo para lo que se había propuesto: capturar murciélagos neotropicales.
Maryna había viajado a Panamá desde Járkov, una ciudad situada a menos de 30 kilómetros de la frontera rusa de Ucrania, gracias a la beca de ayuda “Scientists for Scientists” de la organización Human Frontier Science Program (HFSP), destinada a investigadores ucranianos afectados por la invasión rusa para que se unieran a proyectos de investigación activos de HFSP. En total, cuatro investigadoras recibieron financiación para participar en el proyecto con sede en Panamá, dos de los cuales se encontraban en Isla Barro Colorado para esta temporada de campo. El grupo estaba completando las primeras encuestas de un estudio de tres años que investigaba la automedicación, el consumo deliberado de plantas o minerales para aliviar enfermedades e infecciones en animales.
Dirigido por Rachel Page, científica del Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales que lleva más de dos décadas estudiando los murciélagos de Panamá, el equipo de BCI pasó media hora antes de la puesta de sol desplegando una serie de redes de niebla. Estas redes, tan finas que recuerdan a la niebla que les da nombre, se utilizan para capturar murciélagos cuando salen de sus refugios en las noches para buscar alimento. Después de colocar las redes, Kseniia Kravchenko, cofundadora del Centro Ucraniano de Rehabilitación de Murciélagos y becaria de Scientists for Scientists, se alejó unos pasos para esperar en silencio con Maryna, mientras sus ojos se adaptaban a la temprana oscuridad del bosque.
El murciélago nóctulo común (Nyctalus noctula) es migratorio, insectívoro y la especie de murciélago más común en Ucrania. A finales del verano, viven en las zonas boscosas de las afueras de Járkov para aparearse y alimentarse de insectos que les sirvan de sustento para el largo invierno que les espera. Cuando llega el invierno, regresan a la ciudad con la barriga llena en busca de un lugar donde hibernar hasta la primavera.
Inadvertidamente, los humanos han convertido las ciudades en focos de hibernación de murciélagos. “Nuestra hipótesis es que las ciudades modernas, sobre todo los grandes edificios de hormigón, los atraen”, explica Kseniia. El número de murciélagos en Járkov ha aumentado mucho en los últimos 30 años debido al incremento de la urbanización y al cambio climático, que ha alterado las pautas de desplazamiento de esta especie migratoria. Las imperfecciones de los edificios de Járkov, como cavidades y grietas, imitan los lugares naturales de hibernación que los murciélagos encontrarían en montañas o paisajes rocosos.
A medida que ha aumentado el número de murciélagos, también lo ha hecho la frecuencia de interacciones no deseadas entre humanos y murciélagos. Hace doce años, Kseiina y sus colegas Anton Vlaschenko y Alona Prylutska fundaron el Centro Ucraniano de Rehabilitación de Murciélagos. Durante más de una década, el Centro -el mayor de su clase en Europa del Este- ha mantenido un centro de llamadas, rehabilitación de murciélagos, investigación, divulgación pública y educación. La operación es impresionante y requiere mucho tiempo, ya que miles de murciélagos hibernan artificialmente cada año y son despertados para ser alimentados y controlados hasta su liberación en primavera.
El Centro estaba ocupado rescatando murciélagos de los peligros cotidianos de la vida urbana antes de que las bombas empezaran a caer sobre su ciudad. Desde que Rusia lanzó una invasión a gran escala de Ucrania el 24 de febrero del 2022, los ataques rusos con misiles, cohetes y aviones no tripulados han destruido edificios residenciales y gubernamentales por igual, matando a cientos de ciudadanos ucranianos y obligando a huir de la ciudad a cerca de la mitad de la población de Járkov, de 1.5 millones de habitantes. El trabajo del Centro también se ha visto afectado; el equipo tuvo que evacuar su jaula de murciélagos al aire libre en una instalación satélite porque estaba demasiado cerca de la línea del frente. El mercado de la calle Barabashovo, uno de los más grandes de Europa del Este y situado cerca de su antiguo edificio de oficinas (que ya han abandonado por otro más grande con acceso más constante a electricidad y agua, así como un espacio subterráneo para refugiarse), fue bombardeado. “No sabemos por qué, no hay fuerzas armadas. Hay muchas preguntas, y no hay un por qué”, comentó Kseiina.
La destrucción causada por la guerra también ha afectado a los murciélagos de Járkov. Normalmente, el Centro cuenta con unos 2-3,000 murciélagos que mantiene durante el invierno. El año pasado, 2023-2024, esa cifra ascendió a 6,000. El Centro rescató a 2,000 murciélagos de un edificio de la Universidad Nacional de Karazin Járkov, donde Maryna estudiaba en aquel momento. Las explosiones rusas dañaron los marcos de las ventanas de doble acristalamiento del edificio, y cuando los trabajadores fueron a arreglar las ventanas rotas, encontraron miles de murciélagos atrapados dentro. La afinada ecolocalización de los animales, que normalmente les permite ser acrobáticos y hábiles voladores, saltaba de un lado a otro entre los cristales paralelos de las ventanas, sin ofrecer pistas sobre cómo escapar.
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La lámpara de Maryna escudriñó la red de niebla y se detuvo en algo del tamaño de un puño, peludo y que se retorcía: un murciélago de labios de flecos (Trachops cirrhosus). Este murciélago, de la familia de los murciélagos filostómidos que abundan en BCI, se alimenta de ranas y escucha a escondidas los coros nocturnos de los anfibios del trópico. Mientras que en Europa los murciélagos comen sobre todo insectos y alguna que otra ave, en los trópicos su dieta es mucho más variada: ranas, pequeños roedores, insectos, peces, aves, lagartos, sangre, fruta, néctar e incluso otros murciélagos. Maryna cuenta la primera vez que vio un murciélago come ranas en Panamá: “Vi al Trachops con una rana en la boca, y pensé ¡oh, esto no es real!”
Los murciélagos tropicales han mostrado otras interesantes, y a veces misteriosas, elecciones dietéticas. Se ha documentado que los murciélagos frugívoros del Amazonas acuden a lamer minerales cuando están preñadas o amamantando, comen arcilla o beben agua enriquecida con arcilla. Los murciélagos frugívoros comen ocasionalmente hojas específicas, que tienen muchos menos nutrientes que su dieta normal. La razón de estos comportamientos no es clara. Una explicación podría ser la automedicación, el consumo o uso de compuestos terapéuticos en animales para aliviar enfermedades o infecciones. Aunque la automedicación se ha estudiado en muchas especies, aún no se ha documentado en murciélagos. Rachel Page, científica de STRI, Ralph Simon, ecólogo sensorial del zoológicológico de Nürnberg y de la Universidad Friedrich-Alexander de Erlangen-Nürnberg, junto a Daniel Becker, ecólogo especializado en enfermedades de la Universidad de Oklahoma, se propusieron cambiar esta situación con la creación del proyecto interdisciplinar y transnacional SELFCURE.
Su razonamiento para investigar este comportamiento en los murciélagos es doble. En primer lugar, los murciélagos pueden albergar una gran variedad de parásitos y enfermedades, algunas de las cuales pueden inducir comportamientos de automedicación. “Sabemos muy poco sobre cómo se propagan y circulan los patógenos en las poblaciones de murciélagos”, explica Daniel, y añade que esto limita nuestra comprensión de la trayectoria de las epidemias. Mientras tanto, el comportamiento de automedicación puede influir en la recuperación de los murciélagos enfermos o en el hecho de que enfermen. “Esto es importante tanto para vigilar la salud de los murciélagos con fines de conservación como para averiguar cuándo y dónde limitar las interacciones entre murciélagos y humanos para evitar la propagación de patógenos”.
En segundo lugar, los murciélagos tienen una excelente memoria espacial y fuertes vínculos sociales. Algunas especies comparten información sobre refugios adecuados y regresan a sus sitios históricos de alimentación, hibernación y cría año tras año. Los murciélagos vampiro, que son una especie muy social, se acicalan unos a otros y comparten la sangre regurgitada si un miembro de su colonia no ha podido alimentarse esa noche. Se ha demostrado que este comportamiento cambia cuando los murciélagos vampiro están enfermos; al igual que los humanos, los murciélagos vampiro se distancian socialmente cuando se sienten mal, lo que puede evitar que su enfermedad se propague al resto de la colonia. Pero hay una excepción: sus parientes más cercanos siguen cuidando de ellos incluso cuando están enfermos.
Teniendo en cuenta sus extraordinarias capacidades cognitivas y sus dinámicas relaciones sociales, el equipo de SELFCURE se preguntó si los murciélagos podrían aprender a asociar alimentos específicos con propiedades curativas y comunicar esa información a sus redes sociales. Para el 2026, Ralph espera que su conjunto de experimentos conductuales e inmunológicos demuestre “a dónde van los murciélagos cuando están enfermos, qué alimentos seleccionan en la naturaleza y si pueden aprender estos comportamientos observando a otros murciélagos”.
El proyecto, que recibió el visto bueno de la Organización del Programa Human Frontiers in Science en el 2023, recibió 1.2 millones de dólares, con 273.000 dólares adicionales para financiar la participación de científicos ucranianos cuyo trabajo se vio afectado por la guerra, una iniciativa apoyada por la Comisión Europea. Se trata de un proyecto de colaboración entre países y laboratorios, que inició con la visita del equipo a Panamá en marzo y a Alemania en junio.
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Después de desenredarlos cuidadosamente de las redes de niebla, cada murciélago fue colocado en una bolsa de fieltro y entregado personalmente al centro de visitantes convertido en laboratorio donde el equipo SELFCURE se instaló durante una semana. “¿Dónde está Rachel? ¡Tenemos algo interesante!”, gritó alguien cuando las puertas del laboratorio se abrieron de golpe. Maryna, que había estado casi siempre callada durante el viaje, entró corriendo con una bolsa de fieltro. Sacó con cautela un murciélago rayado de nariz peluda (Gardnerycteris crenulatum), una rara captura para el Laboratorio de Murciélagos del Smithsonian (y, según Rachel, ‘un murciélago muy lindo”) con unas orejas impresionantes y una nariz aún más impresionante. Todo el mundo se aglomeró a su alrededor.
‘¡Hola! ¡Es precioso!”. exclamó Rachel. Rachel comentó que, para prepararse para la temporada de campo, Maryna hizo su propia clave de los murciélagos de Panamá, actualizándola a medida que aprendía a identificar cada especie. “Nunca había tenido una estudiante que hiciera algo así”, comentó. “Maryna se ha mostrado tan entusiasta en su enfoque para aprender estas nuevas especies, y para dominar las muchas nuevas técnicas de muestreo que este proyecto conlleva. Para una investigadora que inicia su carrera en un país totalmente nuevo, es asombroso ver este nivel de dedicación y pericia. Su pasión por los murciélagos ha trascendido el idioma, el país y el continente, y la ha conectado inmediatamente con nuestro equipo aquí en Panamá”.
También Ralph ha quedado impresionado con Maryna; comentó que sus años de rehabilitación, alimentación y manipulación de murciélagos la han convertido en un hábil escáner alas. El objetivo de Ralph es utilizar los patrones únicos de colágeno y venas de las alas de los murciélagos para entrenar a la inteligencia artificial (IA) a diferenciar a unos individuos de otros. La tecnología actual permite a la IA identificar animales basándose en huellas dactilares visuales como los patrones del pelaje. “Ya podemos utilizar la IA para identificar automáticamente animales individuales por otros marcadores morfológicos característicos y algunas especies incluso por su forma de andar. Los ingenieros son capaces de desarrollar herramientas increíblemente potentes para la identificación individual”, afirma Ralph.
Ralph espera que, con el tiempo, esta tecnología sea capaz de identificar murciélagos a partir de fotos retroiluminadas y vídeos de sus alas mientras vuelan. En la actualidad, los científicos tienen que capturar a cada murciélago, implantarle una pequeña etiqueta electrónica bajo la piel (una etiqueta RFID, similar a las que se utilizan para los animales domésticos) y volver a capturarlo para identificarlo hasta el nivel individual. Este proceso, conocido como marcado y recaptura, puede ser costoso, invasivo y estresante para los murciélagos, especialmente para las especies más pequeñas. “Esta tecnología de escaneado de alas tiene el potencial de cambiar enormemente el campo de la biología de los murciélagos y nuestra capacidad de comprender los comportamientos naturales en la naturaleza, no sólo en este proyecto, sino en toda la investigación sobre murciélagos en todo el mundo”, comentó Rachel. “Si estos escáneres alares pueden desarrollarse para identificar murciélagos individuales en la naturaleza con gran precisión, este método de identificación podría cambiar la forma en que abordamos la investigación de los murciélagos en el futuro.”
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En el Laboratorio de Ecología del Comportamiento y Conservación de Ralph, en el zoológico de Nürnberg (Alemania), Alona Shulenko y Valeriia Bogodist, las científicas ucranianas de la beca que no estuvieron en la temporada inicial de campo en Panamá se reunieron con Maryna, Kseniia y el equipo de ingenieros de Ralph. Alona se licenció en biología y está a punto de empezar un máster, y Valeriia tiene un máster en veterinaria y actualmente cursa un doctorado que divide entre Finlandia y Ucrania. Durante su viaje, se familiarizaron con la tecnología de escaneado de alas practicando con los murciélagos en los invernaderos del zoológico y diseñaron estrategias para los próximos y complejos experimentos de elección de fruta.
Aunque los científicos del Centro de Rehabilitación de Murciélagos de Ucrania son investigadores expertos, explicaron que, con tanto tiempo y energía dedicados al rescate y la rehabilitación, el personal no suele tener tiempo para probar y hacer un seguimiento de los comportamientos que observan en los murciélagos. “Aquí disponemos de las instalaciones necesarias para mejorar nuestros conocimientos bio-acústicos y de aprendizaje automático”, explica Alona. “Es un enorme nivel de mejora para nosotros”. Alona, que lleva gafas negras con una cadena decorada con murciélagos, es de una pequeña ciudad aún más cercana a la frontera rusa. “Todavía no está bajo ocupación. No sé por qué, pero es buena suerte para nosotros”, comentó. Ahora vive en Járkov y describió la situación de la ciudad en el 2024 como “bastante terrible”. Los apagones diarios y los ataques aéreos caracterizan la vida en la región: “Cada día esperas tu misil”.
Para las familias de Alona y Valeriia, el traslado era prohibitivo y para sus padres habría sido difícil encontrar trabajo en otra parte del país. “Por supuesto, tenemos planes B, C, D y E, para saber dónde podemos evacuar a nuestros animales, nuestras colecciones científicas, a nosotros mismos, etc., pero todos estamos enamorados de esta ciudad, de nuestros trabajos y de nuestras familias”. Alona añadió: “Y tu misil puede encontrarte en cualquier parte”.
“Incluso en la parte occidental [de Ucrania]”, añadió Valeriia. Al principio de la invasión a gran escala, cuando Alona tenía 20 años, ella y su madre discutieron si se irían.
“Tuvimos una conversación en la que dijimos que éramos mujeres adultas y que podíamos tomar nuestras propias decisiones. Y mi madre comentó: 'Yo elijo quedarme aquí, y asumo las responsabilidades [de esa decisión] por mí misma'. Y yo decidí que también quería quedarme en Járkov y continuar con mi trabajo. Y nos entendimos. E intentamos apoyarnos mutuamente.”
Un año después de la invasión, Alona recibió una beca para estudiar en Polonia durante seis meses. “Aunque estés en un lugar seguro, sigues preocupado por tus animales, tus amigos, tu trabajo, tu familia”, comentó. Durante su estancia en Polonia, se sintió aislada de su comunidad. “Estaba realmente sola, sin nadie. Me costó mucho integrarme en una sociedad nueva”, explica, sobre todo cuando no hablaba el idioma.
A los cinco meses de empezar su beca, el abuelo de Alona, que vivía con su madre y su hermana, murió durante un bombardeo ruso. “Fue inesperado y desgarrador”, comentó. Volvió a Ucrania inmediatamente para estar con su familia.
“Estaba muy preocupada cuando estaba en Ucrania y me preparaba para este viaje. Pero ahora me siento muy bien en este lugar seguro”, reflexiona Alona. Aunque las pesadillas no cesan cuando está lejos de Ucrania, está disfrutando de su estancia en Nürnberg. “Creo que lo más importante es que nos sentimos seguros, no sólo porque estamos fuera de Ucrania, sino también porque formamos parte de un gran equipo con gente increíble”. Alona bromea: “Cuando estamos aquí, nos sentimos como pequeñas princesas.”
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Tras unas horas capturando murciélagos, Maryna y Kseniia se dirigieron al comedor para su turno de cena. Con una ensalada de feria de Panamá, que Kseniia comentó que era casi idéntica a una ensalada ucraniana de remolacha y patatas, habló de las diferencias entre los murciélagos panameños y ucranianos. Con 40 cm de envergadura, el murciélago ratonero grande (Myotis myotis) es el murciélago más grande de Ucrania; en BCI, la envergadura del murciélago espectral (Vampyrum spectrum) puede alcanzar casi un metro. Pero lo que más sorprendió a Maryna y Kseniia fue la diversidad de Panamá: en toda Europa hay unas 50 especies de murciélagos. Sólo en Panamá hay más de 120. “El sueño de todo científico de murciélagos es venir a Panamá. Aquí es donde está la verdadera biodiversidad de murciélagos”, comentó Kseniia.
Kseiina, nativa de Járkov, vivía en Suiza en el momento de la invasión con su esposo, Nicolas Fasel, también investigador de murciélagos. Le costaba estar tan lejos de su familia y amigos en Ucrania y la incoherencia de vivir físicamente en la pacífica Suiza, pero sentirse mental y emocionalmente asediada en Ucrania. “Mi trabajo me parecía un lujo. Así que me planteé si debía seguir investigando”.
En ese momento, vio la convocatoria de científicos ucranianos especializados en murciélagos para unirse al proyecto SELFCURE. Su grupo se reunió para discutir quién de ellos se presentaría. “Me dije a mí misma: 'Quizá estés un poco cansada de lo que hacías antes, pero aun así deberías seguir adelante. Tu experiencia es necesaria'”.
A diferencia de Kseniia, las demás del grupo -Maryna, Alona y Valeriia- trabajaban en el Centro Ucraniano de Murciélagos cuando Rusia inició su invasión a gran escala en febrero del 2022. En ese momento, el Centro tenía miles de murciélagos a su cuidado: más de 2,500 en frigoríficos en hibernación artificial, más de 1,000 en hibernación en recintos al aire libre, ambos grupos a la espera de ser liberados en primavera, y unos 100 en rehabilitación de por vida demasiado enfermos o heridos para ser liberados de nuevo en la naturaleza. También almacenaban miles de cadáveres y cráneos de murciélagos para investigación, que Maryna estudió para su thesis.
Nos despertamos con la guerra, y lo primero que pensamos fue: ¿qué vamos a hacer con los murciélagos? Y el gobierno te dice, bien, tú decides qué hacer”, comentó Kseniia. Al principio, transportaban las colecciones del Centro a sus casas particulares por si no podían volver a la oficina. “El piso de Anton se convirtió en nuestro búnker de reserva para la rehabilitación de murciélagos. Excepto que no teníamos búnkeres de verdad, así que había que protegerse”.
Señaló que el primer mes fue el más intenso y caótico: el transporte público no funcionaba, las estaciones de metro se utilizaban como refugios antiaéreos, el toque de queda en toda la ciudad era a las 4 de la tarde, y los taxis eran extremadamente caros por la escasez de combustible y el peligro de conducir por la ciudad con ataques aéreos activos. “Tienes que pensar en cómo organizar tu rutina diaria, si consigues comida, si te evacúas. Pero, ante todo, hay que cuidar de los murciélagos. Y el valiente equipo decidió, bien, nos quedaremos aquí para cuidar de los murciélagos”.
“Ya ni siquiera escucho las sirenas aéreas”, comentó Maryna. Maryna, que trabaja en el Centro desde 2019 (fue “amor a primera vista” con los murciélagos, comentó), es de una pequeña ciudad de la región de Járkov donde viven sus padres, varios hermanos y una colección de animales, incluidos diez gatos abandonados desde que comenzó la invasión. Se trasladó a Járkov a los 17 años para asistir a la Universidad Nacional Karazin Járkov, una de las tres mejores universidades de Ucrania, donde se licenció en biología en el 2023. Desde la pandemia de COVID-19 y la invasión de 2022, las clases han sido en su mayoría en línea, comentó Maryna. Ahora le resulta difícil hacer el viaje de dos horas de vuelta a casa, ya que el transporte es impredecible, con cierres de carreteras y toques de queda.
No hubo ceremonias de graduación, ya que los actos multitudinarios se consideran un objetivo militar y siguen sin estar permitidos; “simplemente aprobé los exámenes y me puse a trabajar”, comentó, y recibió su diploma por correo unos meses después. Kseniia se perdió su propia ceremonia de graduación, pero por un motivo totalmente distinto: estaba en una expedición de campo fuera de la ciudad para recoger muestras de murciélagos, y no quería dejar el campo para perder tiempo con su investigación.
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Tras recoger los datos, el equipo liberó a los murciélagos uno a uno en la noche. Hacia las once de la noche terminaron su jornada. Al igual que los murciélagos que estudian, cada una de las beneficiarias de la beca “Scientists for Scientists” del proyecto SELFCURE (Alona, Maryna, Kseniia y Valeriia) ha encontrado su propio nicho. Alona está interesada en la cognición y la ecología sensorial, mientras que Maryna quiere aprender más sobre aprendizaje automático y análisis de datos. A Kseniia le interesa cómo se desplazan los murciélagos por el paisaje en relación con los demás y a Valeriia le intrigan la ecología de las enfermedades y la inmunología. “Como veterinaria, creo que la automedicación es un tema muy importante. A veces tenemos que aprender de los animales cómo deberíamos tratarlos”, afirma Valeriia.
Mientras estudia los virus y parásitos de los murciélagos para su doctorado, Valeriia viajará al laboratorio de Daniel en la Universidad de Oklahoma para aprender más sobre One Health, la idea de que la salud de los animales, el medio ambiente y los seres humanos están interconectados. “Me entusiasma pasar tiempo con todos estos grandes científicos y aprender de ellos a pensar de esta manera”, afirma. Daniel también está deseando colaborar. “Tenemos muchas ganas de recibir a Valeriia aquí en Oklahoma”, comentó Daniel. “Es una gran oportunidad para compartir protocolos y técnicas... El aplicar con éxito la investigación de One Health requiere integrar muchas perspectivas diferentes sobre la enfermedad.”
Los miembros del Laboratorio de Murciélagos del Smithsonian ya han aprendido mucho trabajando con tan experimentados rehabilitadores de murciélagos. Rachel comentó que incluso ahora que el equipo ha regresado a Járkov, intercambian mensajes de WhatsApp, compartiendo fotos de murciélagos enfermos o heridos en Panamá para pedir consejo al equipo ucraniano. “Nuestro grupo se ha beneficiado enormemente de contar con el equipo ucraniano”, afirma Rachel. “Han aportado al proyecto una experiencia imprevista; ha sido realmente un placer trabajar juntos y aprender unos de otros”.
Para Kseniia, crear comunidad y conexiones ha sido una parte significativa de la experiencia, que la ha ayudado a sentirse menos sola tanto académica como profesionalmente. Antes de la invasión a gran escala, Járkov albergaba una sólida comunidad científica y académica con más de 60 institutos y universidades. Ahora, muchos profesionales se ven obligados a dejar atrás sus carreras en Ucrania. Kseniia afirma que es importante mantener este tipo de formación, oportunidades y relaciones para los estudiantes y académicos ucranianos. “El aislamiento te empuja a renunciar más que cualquier otra cosa”, reflexiona.
Kseniia y Maryna estuvieron repartiendo postales, imanes y pines de murciélagos del Centro a sus colaboradores de SELFCURE. Cuando le preguntaron a Maryna cómo se sentía al volver a Járkov, respondió riendo: «No lo sé. Por un lado, me emociona volver a trabajar en el Centro y hablar mi lengua materna. Es una experiencia nueva para mí ir a otro país, pero echo mucho de menos a mi gato”.
Aunque la vida en Járkov ha cambiado radicalmente, el amor y la compasión del personal por los murciélagos ucranianos, atrapados en el fuego cruzado de la invasión rusa a gran escala, no ha hecho más que crecer. El continuo rescate, rehabilitación y estudio de los murciélagos ucranianos es un acto de esperanza y resistencia. Aunque el futuro es incierto, el último mensaje de Alona es sencillo: “Járkov sigue viva.”
Lika But, voluntaria del Centro, libera murciélagos nóctulo común en Járkov mientras suenan sirenas de ataque aéreo de fondo en marzo del 2022.
Crédito: Ukrainian Bat Rehabilitation Center