Mensaje de advertencia

The subscription service is currently unavailable. Please try again later.

Usted está aquí

Simbiosis
de hábitats

Punta Galeta, donde el mar
y la tierra conviven

Abril 16, 2019

Colón

El primer laboratorio marino del Smithsonian en la costa Caribe panameña invita a visitantes e investigadores a que experimenten la diversidad de los ecosistemas marinos en un espacio protegido.

Cuando llegan visitantes a Punta Galeta, una de las primeras cosas que les sorprende es encontrar un mar relativamente limpio tan próximo a la ciudad de Colón, un centro importante de actividad comercial en Panamá. A pesar de estar rodeado de puertos, la ubicación del primer laboratorio marino del Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales (STRI) en el Caribe es un paisaje protegido que se mantiene lo más inalterado posible. Para los maestros y estudiantes locales es un lugar óptimo para el aprendizaje, a través de actividades de formación y becas para realizar investigaciones. Para los científicos, es un privilegio desarrollar sus proyectos en este lugar con tanta diversidad de hábitats naturales.

Al salir de la autopista Panamá-Colón y enfilar hacia Punta Galeta, el primer hábitat que sobresale es el bosque tropical de tierras bajas que bordea el camino hacia la estación de investigación de STRI. A medida que se aproxima al mar, la jungla va transformándose hasta convertirse en un bosque de manglar, una de las atracciones de Galeta. Un sendero corto permite a los curiosos adentrarse en este ecosistema que no termina de ser terrestre ni marino, sino un poco de ambos.

Al recorrer el bosque de manglar, se distinguen cuatro especies de mangle. El más cercano a la costa es el mangle rojo; el más llamativo y conocido, porque sus raíces sobresalen de la tierra. Por estar cerca del mar, suele vivir en suelos inundados. Muchas de las especies marinas que consumimos –como peces, cangrejos, camarones– inician sus vidas entre estas raíces que las protegen de los depredadores, y que, en épocas de tormenta, aplacan el impacto del viento y oleaje sobre la costa.

Otros tipos de mangle, el blanco, negro y botón, viven en zonas que no se inundan con tanta frecuencia. Todas estas especies ayudan a mitigar el cambio climático, capturando el carbono de su entorno y depositándolo en el suelo. Además, retienen sedimentos, evitando que lleguen al mar y enturbien las aguas. Adicional a los animales marinos, en el bosque de manglar se pueden encontrar insectos, perezosos, aves migratorias, cocodrilos y boas.

Frente a los bosques de manglar de Galeta, se halla una hilera de palmeras y una playa de arenas blancas. En un día soleado de verano se vislumbra el mar azul, tranquilo como una piscina. En el horizonte se divisa el oleaje, que, aunque fuerte, no llega a la costa porque lo interrumpe una barrera submarina natural: el arrecife de coral. Este hábitat, que rodea toda la Punta, es el primer obstáculo entre el mar y la tierra. Como el manglar, protege la costa de las tormentas tropicales y sirve de hogar para muchas especies marinas: esas que empiezan su vida en el manglar, llegan al arrecife en su edad adulta.

Entre estos dos hábitats, existe otro que no es tan evidente a simple vista. El pasto marino, un hábitat que se asemeja a una pradera submarina, vive entre los manglares y el coral. Una diversidad de especies marinas juveniles y adultas encuentran comida y refugio en el pasto marino. Al igual que el manglar, el pasto marino atrapa el carbono de la atmósfera y actúa como un filtro, reteniendo sedimentos antes de que lleguen a los arrecifes. De esto depende la supervivencia de los corales: si el agua a su alrededor está turbia, las pequeñas algas que los habitan no reciben suficiente luz solar. Sin el sol, no pueden hacer la fotosíntesis que les brinda energía a ellas y a los corales.

 

Para Matías Díaz, uno de los doce guías de Galeta, es prioritario asegurar la protección de sus distintos hábitats marino-costeros. No solo para salvaguardar la biodiversidad en el área o ayudar a mitigar el cambio climático, sino también por la importancia de Galeta para la ciencia: ha sido un sitio de investigación del Smithsonian desde los sesentas. Además, tiene relevancia histórica: se encuentra a pocos pasos de las viejas estructuras de una estación de comunicación militar de los Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial y la Guerra Fría.

Díaz hace su parte, educando a los visitantes. En particular, lo emociona interactuar con los más jóvenes. “La importancia de nuestro trabajo es poder cambiar la mentalidad de los estudiantes. Ellos podrían ser los próximos tomadores de decisiones”, admite.

Tal vez así, con ciudadanos y tomadores de decisión más conscientes, continúen los proyectos de reforestación con manglar en las zonas próximas a la estación. Y los que recuerdan el pasado con nostalgia, quizás puedan revivir las épocas en que los cangrejos azules eran tan abundantes, que era imposible recorrer Galeta sin tropezarse con ellos.

Back to Top