Panamanian students

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Mujeres
en la Ciencia

Estudiantes panameñas,
científicas en formación

Febrero 13, 2019

Ciudad de Panamá, Panamá

Para estas cuatro mujeres, el programa de pasantías del Instituto Smithsonian representó una oportunidad para explorar en el campo sus preguntas de investigación

Cada año, cientos de pasantes y becarios pasan por el Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales. Algunos se quedan tres meses, otros hasta tres años. Son mujeres y hombres jóvenes de todo el mundo, incluyendo Panamá, en las etapas iniciales de sus carreras científicas. Aprovechando el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, les presentamos a cuatro panameñas, que la próxima semana presentarán los avances de sus investigaciones como parte de un simposio interno del Instituto.

Una frase atribuida a Leonardo Da Vinci inspiró a María Luisa Rodríguez a estudiar los suelos tropicales: Sabemos más sobre el movimiento de los cuerpos celestes que sobre el suelo bajo los pies. Foto por Jorge Alemán.

María Luisa Rodríguez lleva los apuntes de su investigación en un cuaderno, en su computadora y en su mente. Mientas los repasa se topa con una de sus frases favoritas: Sabemos más sobre el movimiento de los cuerpos celestes que sobre el suelo bajo los pies. Dice que es de Leonardo Da Vinci y que la ha inspirado a estudiar los suelos tropicales. La licenciada en química chiricana, que ahora cursa una maestría en la Universidad de Panamá, tiene varios meses como pasante en el laboratorio de suelos del Dr. Ben Turner en el Smithsonian. Con su proyecto de investigación busca desarrollar una técnica económica para detectar potasio en muestras de suelo tropical, pues los métodos actuales son muy costosos. Es un proyecto innovador, porque el potasio es poco estudiado en los suelos tropicales, a pesar de ser un nutriente esencial para el crecimiento de las plantas. A María Luisa le gustaría regresar eventualmente a su natal Chiriquí, para ser profesora de universidad y compartir sus conocimientos con las siguientes generaciones de estudiantes.

Maribel Pinto se pasó un año visitando la playa de Punta Culebra semanalmente para recoger muestras de cirrípedos, un tipo de crustáceo que vive adherido a las rocas, y estudiar su ciclo reproductivo. Foto por Jorge Alemán.

En los laboratorios marinos de isla Naos se encuentran Maribel Pinto y María Alejandra Sánchez. Ambas son estudiantes de biología marina y pasantes de la Dra. Rachel Collin. Maribel está en las últimas etapas de sus tesis, después de pasar un año visitando la playa de Punta Culebra semanalmente para recoger muestras de cirrípedos, una clase de crustáceos. Maribel investiga sobre el ciclo reproductivo de estos animales que viven adheridos a las rocas en las playas, además de su relación con los ciclos de la marea, un tema desconocido para las dos especies que estudia. Después de graduarse, a Maribel le gustaría desarrollar nuevos proyectos científicos marinos en Panamá y luego hacer una maestría.

María Alejandra Sánchez estudia los efectos de la contaminación de los mares, en particular los bajos niveles de oxígeno, sobre los pequeños invertebrados que habitan el fondo marino. Foto por Jorge Alemán.

Su compañera, María Alejandra, ha enfocado su proyecto de tesis en los efectos de la contaminación de los mares sobre los pequeños invertebrados que habitan el fondo marino. Más específicamente, sobre el impacto que tienen sobre estos animalitos las bajas concentraciones de oxígeno en la bahía de Almirante en Bocas del Toro. Uno de los efectos secundarios de la contaminación de los océanos es precisamente la disminución de los niveles de oxígeno, que pueden ocasionar un desequilibrio ambiental. Por ejemplo, si los pequeños invertebrados marinos no sobreviven a estos cambios, afectan a los animales más grandes que se alimentan de ellos y así sucesivamente. Los peces que no se pueden adaptar, migrarán a otros lugares o morirán. Después de un curso que tomó en la Estación de Investigación del Smithsonian en Bocas del Toro, a María Alejandra le gustaría estudiar una maestría sobre poliquetos o gusanos marinos.

Janitce Harwood combinó sus dos pasiones, las maderas y los insectos, estudiando los tallos y las ramas en las que les gusta anidar a las abejas Megalopta de la isla de Barro Colorado. Foto por Jorge Alemán.

Un poco más allá, en la isla de Barro Colorado, Janitce Harwood, una estudiante de biología con orientación en botánica conocería a sus dos amores: las maderas y los insectos. La primera vez que conoció a Dr. Bill Wicslo, se lo topó allá y él le ofreció consejos sobre el trabajo de campo que la encontró haciendo. Más adelante se enteraría de que acababa de conocer a su futuro asesor en el Smithsonian. Y aunque empezó estudiando las feromonas en las abejas Megalopta de la isla, ahora estudia los tallos y las ramas en las que les gusta anidar, en particular su estructura celular. Esto le permitirá entender mejor las características de los tipos de madera que prefieren estas abejitas. Para Janitce, comprender el comportamiento de las abejas es fundamental, porque sin ellas las plantas del bosque no se podrían propagar y los demás animales se quedarían sin alimentos ni hogar. Después de graduarse, le gustaría continuar sus estudios hasta el nivel de doctorado, pues en el Smithsonian se dio cuenta de que hay nuevas oportunidades para los investigadores.

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